Pros y contras de vivir en Mallorca (2 de 2)

De acuerdo, la vida en Mallorca es generalmente buena, pero si hablas con gente que ha vivido aquí toda su vida, seguramente te dirán que antes era mejor. ¿Cómo será dentro de diez años? Es difícil de predecir, aunque hemos reunido algunas ideas interesantes que compartimos con ti. ¡Feliz lectura!

Índice artículo

3 razones para (no) vivir en Mallorca

Sobrepoblación

Se calcula que en 2031 la población de las Islas Baleares será el doble que en 2001. ¡Estamos hablando de un 50% más en 30 años! Exactamente tres veces el crecimiento medio de la población en el resto de España. Significa que más de 1.337.000 personas (456.000 más que en 2001) pesarán sobre: infraestructuras, servicios, medio ambiente, sanidad, educación, trabajo.

Todo empieza aquí, el empobrecimiento progresivo, la dificultad para encontrar vivienda, la brecha social.

El hecho de que este fenómeno se produzca en una isla hace que todo sea mucho más complicado en perspectiva, teniendo en cuenta además que algunas comunidades autónomas, que por el contrario se están despoblando, están insistiendo en liberar la medida de financiación estatal del requisito de población.

En cuanto al mercado laboral, la necesidad del catalán para entrar en algunos de los sectores más importantes de la sociedad, por un lado preserva a los mallorquines de la invasión de forasteros, a veces incluso más cualificados, y por otro corre el riesgo de congestionar otros sectores en los que no se requieren estos conocimientos, pero por último, queremos señalar que a veces este éxodo podría canalizarse mejor, o incluso facilitarse. Es el caso de la contratación en la sanidad pública, que está en el centro del debate desde 2018. En este caso, la acreditación catalana es un requisito que no ha servido para suplir la escasez de personal sanitario. 

Si al aumento de la población residente le sumamos el incremento de los flujos turísticos, Baleares vivirá dentro de diez años su mayor reto: el de la sostenibilidad

Contradicciones

No nos engañemos, no es que se sospeche que aquí en Mallorca los lobbies tienen más influencia que en otras partes del mundo. Ciertamente lo hacen a la luz del día, y lo vimos durante la pandemia, cuando los hoteleros se esforzaron por presionar al gobierno para que eliminara los estrictos requisitos para que los viajeros británicos llegaran a la isla.

La contradicción tiene que ver realmente con la sostenibilidad: por un lado todo el trabajo para preservar los espacios naturales, por otro las indignas concesiones de edificios en numerosos lugares de la costa. Por un lado la falta de agua, por otro los interminables campos de golf. Y de nuevo, por un lado la supuesta reconversión para el turismo sostenible, por otro los megacruceros. 

Intereses opuestos, por supuesto, que no auguran nada bueno.

Las Islas Baleares, sí las famosas con 300 días de sol al año, son una de las comunidades autónomas con menos placas solares y sistemas fotovoltaicos instalados, más de 10.000 menos que en Castilla-La Mancha, la mitad que en el País Vasco. Es cierto que se ha eliminado la licencia de obras y que hay deducciones en el IRPF, así como bonificaciones en el impuesto de bienes inmuebles, pero ¿es esto suficiente?

¿Y por qué aunque Baleares es una de las comunidades que más se ha centrado en la movilidad eléctrica, hay start-ups del sector que se han decantado por otros modelos? Hay más de 600 estaciones de carga en Mallorca, la mayoría de ellas gratuitas. A pesar de ello, hasta ahora no se ha centralizado el mantenimiento de las estaciones, dejándose en manos de cada municipio. El objetivo es llegar a 1 estación de carga por cada 40 plazas de aparcamiento en 2025, ¿lo conseguiremos?

Por un lado el ministerio de la transición ecológica, por otro un territorio chupado hasta los huesos. Es una paradoja de los últimos tiempos, común a todas las latitudes, pero aquí en Mallorca plantea algunas cuestiones más.

Un mundo aparte

Los estudiantes de Baleares tienen la nota media más baja y el mayor porcentaje de no admitidos de España, y esto no es casualidad si se miran los resultados de los últimos diez años. La reciente reforma también deja en manos de la autonomía de cada instituto la determinación de las horas de clase en castellano, que ya no se considera lengua vehicular.

Es como si las Islas Baleares se cerraran sobre sí mismas.

De hecho, las perspectivas son muy diferentes para un estudiante que se quede en Mallorca para siempre, o para un estudiante que luego quiera ir a estudiar a Madrid, a Barcelona, al extranjero. El nivel actual de educación en el primer caso puede ser suficiente, en el segundo definitivamente no, aunque esto es parcialmente comprensible. 

Así pues, para aquellos que estén pensando en mudarse aquí con su familia, Mallorca sigue siendo un destino deseable a pesar de algunas cuestiones críticas, pero con una condición: quedarse para siempre.

No es un destino de paso, de hecho a decir verdad lo ha sido demasiado, pero precisamente por ello, los que se quedan son recompensados de alguna manera, en las relaciones interpersonales y en la sociedad civil.

Pensar en parar a mitad de camino, por el contrario, no hace que las Islas Baleares sean la mejor solución posible.

Aquí está el verdadero encanto: Mallorca te secuestra y te tiene secuestrado, te hace sentir en el centro del mundo y de repente lejos de todo, todo es bonito mientras formes parte de él, pero luego, si un día tienes que irte, ¿qué te quedará?

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